El pasado sábado, 12 de marzo, durante una salida que tuvo lugar a las cinco de la mañana, un compañero del Ayuntamiento de Madrid, estuvo a punto de perder la vida tras caer de cabeza al interior de un pozo de 10 metros de profundidad, tres de los cuales estaban cubiertos de agua sucia y llena de todo tipo de objetos, lo que hacía imposible que el compañero hiciera pie.
El incidente se produjo al ir a extinguir un incendio en el patio interior de una de las tres viviendas bajas que compartían el uso del mencionado pozo.
Por la enorme cantidad de humo, era imposible ver por dónde se iba.
Los compañeros tuvieron que subirse a una valla medianera para atacar el fuego. Estando en lo alto de la valla, este compañero fue a moverse por encima del muro medianero sin percatarse de la existencia de un brocal de pozo debido al humo. Esto provocó que se precipitara de cabeza al fondo de dicho pozo, con la grandísima fortuna de romperse el casco en la caída y poco más (que dé las gracias a su ángel de la guarda).
Éste es uno de tantos incidentes que vivimos día a día en nuestra profesión.
